Hace ya algún tiempo prometí a un buen amigo dedicar una entrada a la corrupción…sé que la petición no era gratuita, pues casi fui acusado de no ser imparcial a la hora de abordar mis temas (vaya novedad, si quisiera ser imparcial, lo sería).
Esta entrada llevaba unos meses en el baúl de mis choses à faire, y hete aquí que ha debido ser modificada a causa de las nuevas que nos están llegando por parte de las decisiones judiciales y políticas relacionadas con los despreciables casos de corrupción que están minando la credibilidad del PP valenciano…bueno, y el nacional.
Efectivamente, altos cargos y directivos del partido político lidera un pelele moral y político, han sido imputados, juzgados y condenados por delitos de corrupción; si embargo, pese a pesar sobre ellos el peso de la justicia, la organización política sigue defendiendo su inocencia (en el caso de Costa, tesorero valenciano, el PP ha perdido todo el control), y se confirman así mis temores sospechas: nadie podrá salvarnos de la clase dominante, estamos completamente solos ante la desidia de nuestros gobernantes y el mal hacer de nuestras instituciones.
Y es que España rebosa de nuevo, como en muchas otras ocasiones (de ahí el título) la corrupción que debilita a un Estado y acaba con sus instituciones y su credibilidad.
El PP es el más claro ejemplo, pero no podemos olvidar a Manuel Chaves y las modificaciones en la ley para poder subvencionar la empresa donde trabaja su hija; tampoco podemos olvidar a la ex alcaldesa de Córdoba, militante de IU, que cerró el incómodo diario que la criticaba, dando muestras de una increíble apuesta por la democracia y la libertad de expresión…por cierto, no sufráis, el periódico ha vuelto a abrir sus puertas, para mejoría de la salud intelectual pública.
La imposición de Educación para la Ciudadanía, el caso Madoff, las extrañas adjudicaciones de licencias al grupo PRISA, brazo mediático del PSOE; los casos de espionaje en la Comunidad de Madrid…
Es cierto, mucha es la carga que nuestras desgastadas espaldas tienen que volver a soportar.
Pensemos que, cuando los que tienen que dar ejemplo de dignidad, se vuelven corruptos, qué importa que nosotros nos volvamos revolucionarios…
La sociedad debe poner freno a la decadente tendencia de nuestra clase política o nuestra decadente clase política pondrá freno a las aspiraciones de la sociedad.
Esta entrada llevaba unos meses en el baúl de mis choses à faire, y hete aquí que ha debido ser modificada a causa de las nuevas que nos están llegando por parte de las decisiones judiciales y políticas relacionadas con los despreciables casos de corrupción que están minando la credibilidad del PP valenciano…bueno, y el nacional.
Efectivamente, altos cargos y directivos del partido político lidera un pelele moral y político, han sido imputados, juzgados y condenados por delitos de corrupción; si embargo, pese a pesar sobre ellos el peso de la justicia, la organización política sigue defendiendo su inocencia (en el caso de Costa, tesorero valenciano, el PP ha perdido todo el control), y se confirman así mis temores sospechas: nadie podrá salvarnos de la clase dominante, estamos completamente solos ante la desidia de nuestros gobernantes y el mal hacer de nuestras instituciones.
Y es que España rebosa de nuevo, como en muchas otras ocasiones (de ahí el título) la corrupción que debilita a un Estado y acaba con sus instituciones y su credibilidad.
El PP es el más claro ejemplo, pero no podemos olvidar a Manuel Chaves y las modificaciones en la ley para poder subvencionar la empresa donde trabaja su hija; tampoco podemos olvidar a la ex alcaldesa de Córdoba, militante de IU, que cerró el incómodo diario que la criticaba, dando muestras de una increíble apuesta por la democracia y la libertad de expresión…por cierto, no sufráis, el periódico ha vuelto a abrir sus puertas, para mejoría de la salud intelectual pública.
La imposición de Educación para la Ciudadanía, el caso Madoff, las extrañas adjudicaciones de licencias al grupo PRISA, brazo mediático del PSOE; los casos de espionaje en la Comunidad de Madrid…
Es cierto, mucha es la carga que nuestras desgastadas espaldas tienen que volver a soportar.
Pensemos que, cuando los que tienen que dar ejemplo de dignidad, se vuelven corruptos, qué importa que nosotros nos volvamos revolucionarios…
La sociedad debe poner freno a la decadente tendencia de nuestra clase política o nuestra decadente clase política pondrá freno a las aspiraciones de la sociedad.